Trabaja con tus emociones para lograr el éxito
Thomas Alva Edison tenía ocho años de edad cuando, a los tres
meses de comenzar a asistir al colegio, llegó a casa hecho un mar de lágrimas.
Su profesor le había calificado de alumno “estéril e improductivo”. Años más
tarde desarrolló la primera cadena de producción industrial. A lo largo de su
productiva vida llegó a patentar más de 1.000 inventos.
Albert Einsten era un niño tímido y con malos resultados académicos.
En la actualidad nadie se acuerda de aquello. Se le conoce por la Ley de la
Relatividad, así como por haber obtenido el Premio Nobel de Física, siendo uno
de los personajes más populares y mediáticos de las últimas décadas.
Parece claro que las buenas notas o el Cociente Intelectual
no son suficientes para lograr el éxito en la vida, ni un indicador predictivo
fiable del logro futuro.
Entonces, ¿dónde está el secreto del éxito?
Según estudios sobre psicología del éxito, éste vendría determinado en un 80% por factores como el origen social, una dosis de suerte, y principalmente el manejo inteligente de las emociones propias y las ajenas.
Lo que sugiere que debemos revisar el concepto tradicional de
inteligencia para que incluya aspectos que van más allá de la capacidad de
abstracción, la lógica formal o la información general.
La emoción aporta información fundamental a nuestro desempeño
y mantenerla al margen de nuestro campo de visión nos hace caminar ciegos por
la vida.
Históricamente, en nuestra cultura se ha tratado a la emoción de una forma represiva, por lo que se ha convertido en una gran desconocida. Como consecuencia de esto, a la mayoría de las personas les cuesta reconocer sus propias emociones y, aún más, las de los demás.
Para qué sirven las emociones
Emoción viene del término latín emovere que significa moverse hacia afuera. Lo cual nos sugiere que las emociones
son lo que nos mueve y van ligadas a un impulso involuntario de hacer algo. Las
personas inteligentes emocionalmente, utilizarían la energía que desencadena la
emoción, para modificar las situaciones o a sí mismas, en lugar de dejarse
arrastrar por ellas.
Por otra parte, las emociones son mecanismos que nos ayudan
a:
- Reaccionar con rapidez ante acontecimientos
inesperados
- Tomar decisiones con seguridad y prontitud
- Comunicarnos de forma no verbal
En nuestra vida debemos tomar decisiones constantemente. Por
propia experiencia, sabemos que una sensación de mariposas en el estómago o la
pequeña voz interior, nos ayuda más a tomar la mejor decisión, que todas las
reflexiones racionales que podamos hacer.
Damasio llama a esa sensación en el estómago indicador somático. Los indicadores somáticos positivos y negativos son señales del cerebro emocional. Nos advierten del peor de los asuntos o nos informan de una oportunidad única. Son señales que nos ayudan a identificar, de forma automática, aquellos elementos del contexto que son relevantes para nosotros. Asimismo, nos ayudan a clasificar un problema y a determinar su importancia. Ya que con la asistencia de las cinco emociones básicas y todas sus combinaciones, el cerebro emocional está en condiciones de hacer una valoración bastante exacta de las situaciones a partir de unas pocas percepciones sensoriales.
No tener en cuenta este aspecto emocional en el
enjuiciamiento de las situaciones, lleva a tomar decisiones incorrectas y
afecta al sentido común de las personas.
¿Qué es la inteligencia emocional?
El termino Inteligencia Emocional es acuñado por Wayne Payne
y popularizado más tarde por Daniel Goleman. Hace referencia a las capacidades
para comprender las intenciones, motivaciones y deseos de las otras personas.
Así como a la capacidad de apreciar las sentimientos, miedos y motivaciones
propias.
Esto deja anticuada la clásica polaridad entre inteligencia y emoción, poniendo de manifiesto que el aspecto racional de la inteligencia por si solo es absolutamente insuficiente para resolver los aspectos más básicos del día a día. Necesitamos de las emociones para poder dirigir de forma acertada nuestras respuestas en el mundo.
Así, una actualización del concepto de inteligencia debería
incluir competencias emocionales y sociales. La creatividad y el entusiasmo. El
talento para la mediación y la capacidad organizativa y de liderazgo. La
motivación, las actitudes humanitarias o destrezas psicológicas. A todo esto,
es a lo que se le ha dado en llamar Inteligencias Múltiples.
Las cinco claves de la Inteligencia Emocional
Los psicólogos de Yale, Salovey y Mayer concretaron los
aspectos que integran la Inteligencia Emocional, siendo estos:
- La capacidad de reconocer las propias emociones:
Poder dar nombre a la propia emoción, saber qué se siente y por qué se siente
lo que se está sintiendo.
- Saber manejar las propias emociones: Emociones
como el miedo, la ira o la tristeza forman parte de nuestro paquete básico de
supervivencia. No podemos elegir si las sentimos o no. Lo que sí podemos hacer
es reconducirlas de forma socialmente más adaptativa, desarrollando un
comportamiento culturalmente más elaborado. Lo que hacemos con las emociones
depende de nuestra inteligencia emocional.
- Utilizar el potencial existente: La capacidad de
utilizar el potencial intelectual o inteligencia racional propiamente dicha
depende de aspectos emocionales como: la capacidad de perseverar en el intento,
la confianza en uno mismo, la capacidad de disfrutar en el proceso o
sobreponerse a las derrotas.
- Saber ponerse en el lugar del otro: El 90% de la
comunicación se produce sin palabras. La empatía requiere de la disposición a
ponerse en el lugar del otro y admitir las emociones. Así como escuchar con
atención y ser capaz de percibir los sentimientos y los pensamientos que no se
están expresando verbalmente.
- Crear Relaciones sociales adecuadas: Tener un
trato satisfactorio con otras personas depende de cualidades como la capacidad
de crear y cultivar relaciones, de reconocer los conflictos y solucionarlos,
encontrar el tono adecuado en la comunicación o percibir el estado de ánimo del
interlocutor.
Salovey y Mayer defienden que estas competencias emocionales pueden aprenderse y desarrollarse. Podemos trabajar con nuestras emociones para alcanzar el éxito, lo cual se consigue poniendo atención para percibir de forma consciente las emociones propias y ajenas.
Siendo la atención la cualidad necesaria para mejorar la
gestión de las propias emociones, así como para tener un trato más consciente
con los demás.
Los cimientos se ponen muy temprano
Siempre estamos a tiempo de aprender a manejarnos de forma
inteligente con nuestras propias emociones y las de los otros, pero es en los
primeros años cuando se conforma de manera decisiva el mundo emocional.
La confianza en uno mismo, el autocontrol, una actitud abierta ante lo nuevo, la empatía. Son todas cualidades que se construyen en familia y sientan las bases del posterior desarrollo emocional. La solidez de estos cimientos va a depender de lo competente que sean los propios padres en el manejo de sus emociones.
Los niños que aprenden pronto a manejar sus emociones
obtienen mejores resultados académicos, hacen amigos con más facilidad y son
menos vulnerables a los trastornos de comportamiento o a caer en adicciones.
Por ejemplo, la disposición natural a la empatía se
manifiesta en los bebes a los tres meses de edad. Pero su posterior desarrollo
o inhibición dependerá de si los padres consiguen sintonizar con las emociones
del niño o no. El secreto del éxito en la educación emocional está en la
empatía de los progenitores hacia las emociones del niño. Reacciones
emocionales de los padres, demasiado débiles o demasiado intensas, crearán
confusión en el niño.
Entre los errores más frecuentes que cometen las familias en
la educación emocional de los niños están:
- Ignorar las emociones
- Tolerancia exagerada
- Escaso respeto por las emociones del niño
Como siempre, en el punto medio está la virtud, y podemos
trabajar con las emociones para alcanzarlo.
El manejo de las emociones
La autorregulación emocional es un trabajo que requiere de
toda nuestra atención. Sin embargo, en el esfuerzo de mantenerlas a raya, no
nos damos cuenta que son tanto una debilidad como un gran potencial.
La clave de la inteligencia o competencia emocional está en
el reconocimiento y aceptación de las propias emociones. En la capacidad de
identificarlas, etiquetarlas y aceptarlas.
Cultivar las emociones supone:
- Dar entrada a las emociones, sean cuales sean,
cómodas o incómodas. Las emociones no son ni buenas ni malas, sólo nos dan
información sobre nosotros mismos y sobre cómo nos estamos sintiendo en un
momento dado.
- Prestar atención a las señales emocionales que
el cuerpo emite en todo momento, cada emoción tiene las suyas: rojo de vergüenza,
verde de ira, el abatimiento de la tristeza, sudar de miedo…
- Identificar el desencadenante, qué es lo que
pasó que te hizo sentir como ahora te estás sintiendo.
Para todo esto necesitamos desarrollar la atención, que nos
ayudara a sacar el mejor partido de nuestro estado de ánimo. Ya que si llegamos
a comprender los motivos de nuestras emociones estaremos mejor preparados para
tomar las decisiones correctas.
Pero debemos asumir que esto que suena tan fácil en realidad son nuevas competencias que debemos pone en práctica y lleva su tiempo adquirirlas y dominarlas. Porque habitualmente se nos ha educado a pasar por encima de nuestras emociones o a reprimirlas, como si más que una ayuda fueran un estorbo. Y a tomar decisiones teniendo únicamente en cuenta el aspecto racional de la cuestión, lo cual es un error.
La inteligencia emocional en el trabajo
Según la psicología del éxito, las claves para triunfar en la
vida se pueden aplicar a cualquier campo de la existencia en el que sintamos
que queremos alcanzar cierto grado de satisfacción y logro personales. Para
muchas personas el éxito laboral es un ámbito preferente de realización
personal, dedicando gran parte de su energía a aumentar sus competencias en
este terreno. Por ello vamos a dedicarle una atención especial.
Henry Ford dijo una vez: “Si hay un secreto para el éxito
es entender el punto de vista del otro y ver las cosas con sus ojos”.
Esta frase pone en evidencia que el secreto del éxito está en hacer caso a las emociones propias y ajenas. A las positivas porque estimulan el éxito profesional, y a las negativas porque lo frenan.
Distintos estudios de psicología del éxito señalan los
aspectos a tener en cuenta en este terreno tales como:
- Una de las cualidades más importantes entre los
ejecutivos es la competencia social: la capacidad de transmitir a su equipo la
sensación de proximidad y calor humano.
- Cuando los trabajadores temen constantemente por
su puesto de trabajo su capacidad de rendimiento se resiente.
- Cuando los empleados piensan que no van a
permanecer por demasiado tiempo en el puesto de trabajo, apenas se identifican
con la empresa y sus objetivos, lo que revierte en bajo rendimiento.
- Los empleados que tienen derecho a dar su
opinión y son tenidos en cuenta, adoptan los objetivos de la empresa como
propios y ponen toda su energía para alcanzarlos.
- La dirección participativa sale rentable a los
empleados y a los empresarios: con el aumento del estado anímico de los
empleados aumenta la productividad.
- Es necesario crear una atmósfera de éxito:
mostrando las estadísticas de los logros, exponer las soluciones que se han
puesto en marcha a los problemas sobre los que se ha trabajado.
- El entusiasmo que provoca un problema resulto
refuerza la confianza en el proyecto, se vuelve contagioso, y en motivación
para repetir el éxito.
- Tener en cuenta que las personas se transmiten
el estado de ánimo, bueno o malo. Así que recordar que la sonrisa, la auténtica,
es contagiosa.
- Saber resolver los contratiempos con una actitud
amable y asumiendo de forma natural la responsabilidad por el error cometido.
- Las criticas siempre deben ser constructivas.
El espejo de las emociones
Para concluir, debemos recordar que la emoción principal con
la que tenemos que trabajar, con la única que podemos trabajar, es con la
nuestra.
Si queremos que alguien cambie su actitud o su emoción,
debemos tomar conciencia de qué emoción estamos sintiendo porque eso es lo que
irradiamos y es a lo que la otra persona va a responder emocionalmente.
Si busco recibir una respuesta amable, debo emitir amabilidad; si quiero recibir lealtad, debo ser leal…
Así, la emoción, no solo es contagiosa, sino que es como el
océano, refleja el azul intenso del cielo en calma y el gris de las nubes
durante la tormenta.
Las emociones del otro son el claro reflejo de las mías. Lo
cual nos lo pone fácil, trabaja con tus emociones para el éxito y, como dijo
Gandhi, “sé el cambio que quieras ver en el mundo”.
Rafa
¡Extraordinaria exposición de las emociones! Creo que no había leído antes un artículo tan rico en definiciones y en la conceptualización de la emoción desde tantos ángulos.
Quizás sean muy similares el 2° y 3° punto dentro de «la inteligencia emocional en el trabajo» y entiendo lo mismo en ambos casos. Siguiendo con esta misma exposición, algo que considero de generosa valía para conseguir una mayor cohesión dentro de una empresa -y que prácticamente no se realiza-, sería hacer balance de cuentas entre todo el personal que la integra, de forma que todos supiesen la renta de beneficios y a dónde va destinado el capital (es mi opinión).
Es un excelente artículo redactado con una impecable calidad argumental y de un elaborado contenido. Gracias por la información.
Rocío
Muy bueno, gracias
Hilda
Una gran verdad y muy bien explicado