Tipos de clorofila y sus propiedades
La clorofila es un componente químico que se encuentra en las plantas, algas y en algunas bacterias. El papel de esta biomolécula es esencial en la fotosíntesis de las plantas,…
El estrés incide directa o indirectamente en la aparición de algunos tipos de herpes. Conoce múltiples soluciones naturales para combatir los herpes por estrés.
Muchas personas son propensas a padecer un herpes cuando sufren una fuerte bajada de las defensas. En este contexto se piensa que una de las causas puede ser el estrés, del que ya conocemos sus 6 síntomas más habituales. Incluso existe un estudio que así lo corrobora, pues un 78% de las veces se le considera como el factor desencadenante de estos brotes.
No es ninguna novedad que el estrés tiene un impacto sobre nuestro cuerpo y su aparición reduce el número de neuronas e impide que nos concentremos con normalidad. Mantenerlo a raya evitaría los tan molestos herpes por estrés, además de que sería un gran preventivo para nuestra salud. El sistema inmunológico puede debilitarse frente al desequilibrio que se produce en la liberación de hormonas. Un exceso de estrés libera una gran cantidad de adrenalina, lo que provoca que los glóbulos blancos no tengan capacidad de defensa si se desarrolla de manera continuada en el tiempo.
En un escenario normal los glóbulos blancos luchan contra los patógenos para defendernos, una situación que cambia por completo si estás debilitado. En este caso, los glóbulos blancos atacan a nuestro propio cuerpo, lo que desemboca en la aparición de enfermedades por la caída del escudo protector.
A continuación mencionamos algunos de los tipos de herpes existentes, en los que el estrés tiene una incidencia directa o indirecta:
Para mejorar si sufres este herpes, trata de moderar los niveles de estrés porque este resulta perjudicial. Acompaña tu día a día con una alimentación saludable y la práctica de alguna disciplina deportiva.
Este es un herpes por estrés que igualmente puedes padecerlo por otros factores como el cansancio, el desarrollo de malos hábitos alimenticios, el consumo de alcohol, la fiebre o algunas enfermedades infecciosas. Su gestión debe ser similar a la del herpes Zóster.
Se contagia sobre todo por los besos, caricias y contacto con la piel de la persona que lo porta. Entre las recomendaciones para que mejoren sus síntomas se encuentran algunas relacionadas con la alimentación:
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Rosa Francisca Chanamé Lluen
Buenísima información
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