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Equilibrar el pH es uno de los reclamos más frecuentes de los consumidores en el sector de los productos de la salud. Muchas personas buscan este tipo de complementos, pero ¿por qué es tan importante el pH? En este artículo os lo explicamos.
Las siglas pH significan, “potencial de hidrógeno”, es decir, el pH es la concentración de iones de hidrógeno en nuestro organismo. El pH mide el grado de acidez o alcalinidad de una sustancia o una solución. El pH se mide en una escala de 0 a 14. En esta escala, un valor pH de 7 es neutro; esto significa que la sustancia o solución no es ácida ni alcalina. Un valor pH de menos de 7 significa que es más ácida y un valor del pH de más de 7 significa que es más alcalina.
Concretamente, tener un pH equilibrado hace que el cuerpo funcione de manera correcta. De hecho, existe un término llamado equilibrio ácido-base que hace referencia a las sustancias que se encargan de limitar la acidez en nuestro organismo que se produce como consecuencia de la metabolización del cuerpo. “Los residuos ácidos del metabolismo llegan a través de la sangre a los órganos de evacuación. Por ejemplo, el anhídrido carbónico es exhalado por los pulmones como dióxido de carbono. Otros ácidos son eliminados por medio de los riñones y desechados en la orina”, explican desde los Laboratorios Coba.
Además, el pH juega un papel importante en nuestra piel, ya que el manto ácido desempeña un papel fundamental en la creación de la barrera protectora de la piel que, a su vez, es la que neutraliza los agentes agresivos que la dañan y la restaura. Cada parte del cuerpo tiene un pH diferente, generalmente el valor del pH de la piel suele ir del 4,5 al 5,9, siendo el valor óptimo de 5,5.
Como hemos comentado, la escala del pH varía del 0 al 14, de forma que se considera 7 como un valor de pH neutro, menos de 7 se vuelve más ácido, arriba de 7 se vuelve más alcalino. Sin embargo, nuestro pH es cambiante y existen factores tanto externos como internos que hacen que se desequilibre. En cuanto a los factores externos encontramos, por ejemplo, la contaminación atmosférica. Factores internos podrían ser los malos hábitos alimenticios o el estrés, estos dos factores son de los que más acidifican el cuerpo y alteran el pH.
Otros factores que pueden alterar nuestro pH son la sobreexposición a la suciedad y la polución, los cambios bruscos de temperatura o humedad, el exceso de higiene en ciertas zonas que puede hacer que la barrera de la dermis se debilite, el uso o exposición de productos químicos y el uso de cosméticos no adecuados. Así como el consumo de ciertos medicamentos, el sudor o el sebo.
Una de las consecuencias de tener un pH ácido es que nuestro sistema inmune disminuye su actividad, pero no es la única. También sufren los vasos sanguíneos, ya que se favorece su calcificación. En este sentido, se pierde masa ósea y muscular y pueden aparecer episodios de dolor y espasmos musculares y fatiga crónica. También fomenta la pérdida de cabello y el deterioro de las uñas y la piel se puede irritar.