La nueva mujer de 50 años, digna hija de la década de los 60
En este post te contamos cómo las mujeres de cincuenta años tienen todavía mucho que decir en la sociedad, son una semilla del cambio.
En esta vida sobrevive el que lucha, el que se esmera, el que persevera, el que no se rinde, el que sabe que la vida es difícil pero continúa luchando y no se da por vencido.
Atenea (Paulo Cohelo)
El término resiliencia proviene de la Física y hace referencia a la capacidad que tiene un material de recobrar su forma original después de haber sido sometido a una presión deformadora.
Desde el punto de vista de la psicología y de las ciencias sociales, podemos definir la resiliencia como el desarrollo exitoso de las personas en condiciones adversas. Pudiéndolo considerar como un rasgo más o menos global de la personalidad, que permite a la persona una mejor adaptación a la vida.
En la resiliencia suele haber una situación estresante intensa, así como una competencia manifiesta en relación con la resolución del problema.
Sería el equivalente al concepto de superviviente, entendido como la persona que remonta las dificultades ante una vida adversa y muy difícil, ante la que logra salir adelante, e incluso llega a triunfar a pesar de tener todo en contra en la niñez, adolescencia o juventud.
Por otra parte, la resiliencia implica competencia: un efectivo y positivo afrontamiento en respuesta al riesgo o a la adversidad. Así, sería un rasgo psicológico que capacita para el éxito en situaciones de dificultad y que, de forma paradójica, es reforzado por la adversidad.
Siendo este, un proceso dinámico que abarca la adaptación positiva, dentro de un contexto altamente agresivo, que atenta contra el propio desarrollo.
Para Zimmermam, la resiliencia debe incluir tres componentes:
Así, para que podamos hablar de resiliencia, tienen que cohabitar factores de riesgo junto a factores de protección que ayuden a conseguir un resultado positivo o a evitar uno negativo. Los factores que pueden ayudar al joven a evitar los efectos negativos de los riesgos, pueden ser tanto cualidades propias, como recursos externos. Entre los últimos se encuentran las relaciones de confianza, la ayuda de algún adulto cercano, y una red social o comunitaria de apoyo.
Podemos ver que la resiliencia es en realidad un patrón de adaptación positiva en contextos difíciles o de riesgo, que permite a las personas que lo poseen un desarrollo normal en estas situaciones. No es tanto una invulnerabilidad al estrés, como la capacidad de recuperarse de eventos negativos y seguir adelante con tu vida sin perder el equilibrio físico o mental.
Así, la respuesta resiliente es más habitual de lo que parece, siendo una característica positiva que tenemos la mayoría de los seres humanos, ante acontecimientos traumáticos, estresantes o dolorosos. Esto significa que las personas tenemos la capacidad de irnos adaptando a las situaciones de la vida, poniendo en práctica todos los recursos que tenemos para seguir hacía adelante. Este recurso, en la mayoría de los casos, sería la resiliencia.
Hay tres grupos de factores implicados en la resiliencia:
Nos interesa saber cómo estos tres factores se combinan para obtener un resultado positivo. Ya que las personas con resiliencia tendrían la capacidad de funcionar mejor en circunstancias nuevas e irresolubles, teniendo la habilidad de adaptarse a las nuevas circunstancias y a los cambios que estas conllevan.
Así, la resiliencia sería el resultado de la suma de factores personales, familiares y sociales. Y estaría compuesta por cualidades como la curiosidad, autoconfianza, autoestima, autodisciplina, control sobre el ambiente. Además de ecuanimidad, soledad existencial, perseverancia y significado. (Wagnild y Young, 1993).
Para entender la forma en la que se combinan los tres factores mencionados anteriormente, Polk (1997) seleccionó 26 características que finalmente redujo a seis, y estructuró creando cuatro patrones de resiliencia diferentes.
No todos construimos nuestra resiliencia de la misma manera, o sobre las mismas cualidades, ni tenemos las mismas dinámicas de respuesta ante la adversidad. Hay diferentes formas de responder de forma positiva a las dificultades, esto es lo que estudian los diferentes patrones de resiliencia que veremos a continuación. Conocerlos nos puede ayudar a conocernos mejor y a conocer cómo respondemos a las situaciones de riesgo.
Por otra parte, Kumfer y Hopkins (1993) consideran ocho factores que componen la resiliencia en los jóvenes: optimismo, empatía, insight, competencia intelectual, autoestima, dirección o sentido de misión, determinación y perseverancia.
Asociado a la psicología transpersonal podríamos hablar de un quinto patrón de resiliencia.
El patrón espiritual, que integraría los aspectos espirituales y trascendentes de la experiencia humana.
El termino transpersonal significa más allá de lo personal, y se refiere a las experiencias o eventos que trascienden la habitual sensación de identidad, permitiendo experimentar una realidad mayor y más significativa. Sus investigadores estudian lo que consideran los potenciales más elevados de la humanidad. Junto con el reconocimiento y la comprensión de los estados modificados de consciencia, más unitivos y espirituales.
El enfoque transpersonal aporta una comprensión diferente del psiquismo, la salud, la enfermedad y el desarrollo personal y espiritual.
Desde este enfoque podríamos hablar de un quinto patrón de resiliencia, el patrón espiritual, en el que la resiliencia se alcanza a través del desarrollo espiritual. Proceso consistente en trascender la identificación con el cuerpo y la mente, para alcanzar un nivel de conciencia social, ecológica y espiritual más amplio. Una consciencia mayor y colectiva omniabarcable. Este patrón conllevaría un conocimiento interior profundo y el encuentro del sentido de la vida. Experiencias cumbre como: estados de interconexión y unificación espiritual; experiencias místicas, trascendentes y metafísicas de la vida; una identificación colectiva con las demás personas y del entorno; junto a estados amplificados de amor, compasión y fraternidad universal.
La resiliencia y la vulnerabilidad serían los dos polos opuestos de un mismo continuo. La vulnerabilidad sería la posibilidad de incrementar un resultado negativo como consecuencia de la exposición al riesgo. La resiliencia se refiere a evitar los problemas que van asociados a ser vulnerable.
La edad de 3 a 5 años es crítica para el desarrollo en el niño de un sentido de autoeficacia y maestría. Cualidades ambas esenciales para construir un Locus de Control interno y un estilo explicativo optimista. Es clave que los niños sean capaces de verse a sí mismos como que pueden superar los problemas o, en su caso, percibir que otras personas pueden ayudarles. Si las condiciones de la vida les ayudan pueden desarrollar expectativas para responder positivamente a su ambiente y verse a sí mismos como competentes.
Así, podríamos hablar de factores que promueven la resiliencia frente a la vulnerabilidad, como son:
De forma más inclusiva, podemos entender la resiliencia como una característica de vital importancia en lo que se ha dado en llamar dureza o personalidad resistente. Según Godoy (2002) los factores de la personalidad resistente son tres:
Todo esto nos lleva a que, si se produce un sentimiento estresante, el individuo tenga estrategias para amortiguarlo y no lo vea únicamente en el sentido negativo, si no como un reto.
Por ello, personas con una personalidad resistente tienen un estilo de afrontamiento que les permite hacer frente al estrés, a la enfermedad y a las contingencias adversas de la vida, de forma más adecuada. Es lo que Kobassa llama afrontamiento transformacional.
Las personas con alta dureza o personalidad resistente tendrían varias ventajas:
Las personas con personalidad resistente o un alto índice de dureza, ven las situaciones potencialmente estresantes como interesantes o con un significado personal; como modificables y bajo su control; a la vez que las valoran como algo normal en la vida y una oportunidad de cambio y crecimiento, en lugar de amenazante, destructivos o incontrolable; aplicando esta transformación cognitiva a los estímulos vitales estresantes, amortiguan el impacto adverso de estos en sus vidas.
Claramente esto es un gran factor de protección y una gran ayuda ante situaciones que conlleven fuerte estrés o enfermedad grave.
Son nuestras decisiones, no las condiciones, las que determinan quienes somos.
Viktor Frankl.
Pionero en el estudio de la resiliencia fue Viktor Frankl, psiquiatra y neurólogo austriaco fundador de la Logoterapia y el análisis existencial. Frankl sobrevivió tres años en campos de concentración, entre ellos Dachau y Auschwizt. Fruto de esa experiencia fue su best seller El hombre en busca de sentido.
Él usó el termino resistencia para referirse a esa cualidad que había observado en los campos de concentración nazi, y que dotaba a las personas de la capacidad de sobrevivir con dignidad y propósito, sobreponiéndose a las condiciones de vidas más adversas.
Con estas palabras quiero honrar a esta persona realmente especial que supo crecerse en la adversidad sin perder un solo ápice de humanidad. Y no sólo sobreponerse a las terribles circunstancias del momento que le tocó vivir, sino convertirlo en una oportunidad y sacar lo mejor de sí mismo para ofrecérselo al mundo y ayudar a los demás.
Podríamos decir que nosotros también estamos pasando en este momento por una situación excepcionalmente difícil. Y, como él, tenemos en nuestras manos la capacidad de dejarnos llevar por el drama y asumir el rol de víctima; o bien, poner toda nuestra fuerza a trabajar para salir de esto fortalecidos, transformados, conscientes y solidarios.
Las dos opciones están delante de nosotros, la que cada uno elija depende de sí mismo; si bien, nuestra elección determinará nuestro futuro.