Día Mundial del Asma: consejos y prevenciones
El 5 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma, un evento anual organizado por la Iniciativa Global para el Asma (GINA) para concienciar sobre el cuidado de esta…
El término reflujo gastroesofágico hace referencia al paso del contenido de nuestro estómago en dirección al esófago. En unas condiciones normales, esto no se produciría, es decir, el contenido del estómago o del intestino no tendría que pasar al esófago, ya que el esfínter sirve como una válvula bloqueando el paso de esos alimentos. Pero si esa barrera no ejecuta su misión correctamente, el contenido gástrico sí pasa, lo cual provoca que se acabe irritando la mucosa y esto produce distintos síntomas o complicaciones, como malas digestiones, ardores o acidez.
Hay varios tipos diferentes de reflujo gastroesofágico, como por ejemplo la enfermedad por reflujo erosivo (cuando se presenta con esofagitis), el reflujo no erosivo (el reflujo más frecuente, y no hay esofagitis), el síndrome de Mallory-Weiss (la mucosa del esófago varía debido a una esofagitis crónica) y otros problemas extraesofágicos, que es cuando el reflujo gastroesofágico no tiene lugar dentro del esófago y puede llegar a afectar a las vías respiratorias, lo cual provoca tos crónica, laringitis y asma, entre otros.
Al ser un problema entre el estómago y el esófago, evitar el reflujo gastroesofágico pasa por revisar lo que comemos y, sobre todo, cómo lo comemos. Aquí os traemos algunos consejos que podéis seguir:
Como decíamos, para controlar el flujo gastroesofágico es importante tener una buena alimentación, y por eso mismo es recomendable evitar algunos productos que nos van a hacer daño, así como incluir más en nuestra dieta otros que son beneficiosos para evitar tener el flujo o luchar contra él si ya lo sufrimos.
Un estudio elaborado por la científica india Vandana Panda y su equipo del K. M. Kundani College of Pharmacy indica cuáles son los mejores productos que podemos consumir para neutralizar la acidez. Son el limón, el pepino, el rábano, el brócoli, la berza, la cuajada, el bicarbonato sódico y la leche fría; esta última supone un alivio algo mayor que el propio bicarbonato sódico gracias a su generoso contenido en calcio y, según la investigadora, «en la práctica proporciona un alivio instantáneo a la sensación de quemazón provocada por el reflujo ácido».
Lo primero, como explicamos previamente, es evitar a toda costa tanto el tabaco como el alcohol, debido a la acidez que provocan, y que son dos de los peores enemigos de nuestro enemigo. En esta línea está también el café, que según un estudio realizado por el Colegio Americano de Gastroenterología y la Asociación Americana de Gastroenterología, “el consumo de café, té y refrescos se asocia con un aumento significativo del riesgo de síntomas de reflujo gastroesofágico” y “la sustitución del café, el té o los refrescos por agua conduce a modestas reducciones en el riesgo de los síntomas” del flujo.
También es bueno evitar las frutas cítricas, como la naranja o el pomelo, ya que tienen una gran cantidad de vitamina C, que pese a sus beneficios para algunas partes del organismo (los tejidos, por ejemplo) también puede provocar que aumente la acidez gástrica y favorece el reflujo. Los picantes son otro tipo de productos a evitar, por los mismos motivos; hay especias como el romero o el orégano que pueden sustituirlos fácilmente sin que luego sufras acidez. Asimismo, debemos evitar el chocolate, que es muy graso y hace que la digestión sea más pesada, lo cual genera mayor cantidad de ácido. Además, contiene cafeína que puede ser mala para la barrera gástrica.
Otros productos que es mejor sacar de nuestra dieta son el tomate y el ajo; respecto al primero, los expertos señalan que tiene varios ácidos, como el cítrico, el oxálico o el málico. Además, algunos platos como la pizza, la lasaña y otras comidas grasas tienden a llevar tomate como uno de sus ingredientes principales, así que lo mejor es olvidarnos de ellas o tomar raciones pequeñas. En cuanto al ajo, es indigesto y puede provocar tanto hinchazón como presión en la válvula del esófago. Eso sí, si está bien cocinado (y no crudo) sus efectos ácidos pueden reducirse.