¡Vente a abrazar un árbol!
Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos en casa.
Herman Hesse.
Durante este confinamiento una de las cosas que más he echado de menos ha sido a los árboles. Poder pasear bajo su sombra, poder acercarme a compartir con ellos un abrazo, sentir la rugosidad de su piel en mis manos y el lento pulso de su savia circulando en mi corazón.
Vivimos en un planeta de seres sensibles, de seres con diversidad de conciencias en el que los humanos no somos los únicos en poder comunicarnos ni en sentir.
Todos deberíamos cultivar un cierto nivel de sensibilidad que nos permita valorar la vida en todas sus formas sensitivas, que nos permita apreciar y abrazar el alma de la naturaleza en todas sus expresiones. En la perfección de una tormenta, en la geometría de las flores, en la soledad de los desiertos o en la frondosidad de las selvas.
Los árboles son los pilares de la Tierra, en sus copas susurra el espíritu, sus raíces se arraigan en el presente. Ellos persiguen con toda la fuerza de su existencia una única cosa, desarrollar su propia forma, centrándose en llegar a ser la mejor versión de sí mismos, penetrando la tierra con sus raíces y mirando al cielo desde la fronda de su copa.
No hay nada más inspirador, más sabio, ni un mejor representante de la vida y su lucha, que un alto, magnífico y saludable árbol. Y es en los lugares más recónditos, en las montañas más altas, en los bosques más umbrosos, donde crecen los ejemplares más resilientes, más duros y fuertes.
Los árboles son santuarios de vida, y quien sabe hablar con ellos, quienes saben escucharlos, pueden aprender sobre la verdad esencial, sobre el amor y la poesía, la belleza, la estética y la filosofía, también sobre sí mismos. Herman Hess dice que quien ha aprendido a escuchar a los árboles ya no desea más ser un árbol, sólo desea ser lo que es.
Los árboles, de forma natural, tienen una vida mucho más larga que la nuestra, por eso quizás, llenos de envidia, talamos sin pudor a estos gigantes inmortales, pensando que así acabamos con ellos y su insultante longevidad. Cuando resulta, que el árbol es mil veces más grande y tiene más vida por debajo de la tierra que por encima.
Por este simple hecho, no nos damos cuenta que al talar un árbol de forma tan irreverente, sólo nos estamos dañando a nosotros mismos, pues en realidad es la punta del iceberg lo que aparece sobre la superficie del terreno. Pero esa punta, esa pequeña parte, es la que nos ofrece procesado todo lo que la tierra tiene para darnos y que nosotros, con toda nuestra inteligencia racional y superioridad tecnológica, no podemos procesar. Él nos da procesada el agua de vida, el aire que respiramos, los minerales que construyen nuestro organismo…
De la biosfera a la noosfera
Los árboles son uno de los elementos más abundantes de la biosfera, por lo menos de aquella parte de la biosfera que podemos apreciar a simple vista.
La biosfera es el sistema formado por el conjunto de los seres vivos del planeta Tierra y sus interrelaciones, ya que tanto influyen los organismos en el medio, como el medio en los organismos.
Siendo la biosfera el ecosistema global, tiene características que nos permiten hablar de ella como un gran ser vivo, con capacidad para controlar, siempre dentro de unos límites, su propio estado y evolución. Esta capa de vida se extiende tanto por la superficie de los continentes, como en el fondo de los océanos y mares.
En los océanos, la vida se concentra en la capa superficial, zona fótica, donde entra la luz, y se sostiene sobre organismos unicelulares y planctónicos. En las zonas terrestres la cadena trófica arranca de las plantas terrestres, fotosintetizadores que obtienen los nutrientes de las mismas raíces que los anclan al suelo, a la vez que hacen circular agua hacia las hojas, donde la evaporan, liberando oxígeno en el proceso.
La organización de la vida se basa en una jerarquía que se sostiene en sistemas menores que se organizan para formar otros mayores, más complejos y variados.
El filósofo Vladímir Vernadski desarrolló el concepto de Noosfera como el conjunto de seres inteligentes con el medio en que viven. Para él, la noosfera sería una fase más avanzada en el desarrollo de la biosfera. Tal como la emergencia de la vida transforma la geosfera, la emergencia de la cognición humana transforma la biosfera.
La noosfera es el estado que conduce la energía liberada en el acto del pensamiento, son las cabezas humanas juntas, interconectando toda la energía del pensamiento y generando la conciencia universal.
Este es el estado más alto de evolución de la vida, y está sostenido por el manto verde que cubre la superficie del planeta, y con el cual podemos y debemos relacionarnos de forma sensible. Porque es el bosque el que sostiene la continuidad de la vida en este planeta, porque sin árboles, no hay vida posible.
Los beneficios de abrazar un árbol
El verde de los árboles es parte del rojo de mi sangre.
Fernando Pessoa
El vínculo que existe entre los árboles y nosotros no puede ser más estrecho, es de urgente necesidad reconocerlo. Los árboles nos enseñan cómo vivir en la tierra, cómo dar sin esperar nada a cambio, cómo vivir del sol, el agua, el aire… a ser pacientes, a mantener los pies en el suelo y la cabeza en el cielo. En definitiva, a ser personas.
Durante la pandemia y su consabido aislamiento, Islandia ha recomendado salir a abrazar a los árboles para superar el trauma del aislamiento social. Esto se debe a que diversas investigaciones sugieren que realizar esta práctica de forma diaria ayuda a las personas a sentirse mejor.
“Es bueno cerrar los ojos mientras abrazas un árbol. Lo que yo hago es presionar mi mejilla contra él y sentir el calor y las corrientes que fluyen del árbol hacia mí… comienza en los dedos de los pies, sube por las piernas y atraviesa el cuerpo hasta el cerebro. Te da una sensación de relajación tan buena que te deja preparado para un nuevo día y nuevos desafíos”.
B.A. Thorsteindottir, guardabosques en el Bosque Nacional de Hallormsstadur, en el este de Islandia.
En Islandia, los guardabosques se han dejado la piel abriendo caminos en la nieve, para que las personas puedan acercarse a los árboles y los puedan abrazar.
Entre los beneficios que conlleva esta actividad están:
- Abrazar un árbol nos recuerda que nosotros también formamos parte de la naturaleza.
- Nos pone en contacto con nosotros mismos.
- Soltamos el miedo a expresar amor y no ser correspondidos.
- Nos abre el corazón a los tímidos, a todos aquellos que tanto nos cuesta entregarnos al contacto físico y a la intimidad.
- La Naturaleza en todas sus expresiones, es Amor Incondicional, amor del bueno, sabe recibir y sabe dar sin esperar nada a cambio, y con solo un poco de sensibilidad podemos llegar a percibirlo.
- Nos ayuda a estar en el presente, conectados a tierra y fluyendo.
- Los árboles son seres vivos y sensibles, nos ayudan a equilibrarnos cuando no estamos bien.
- Abrazar un árbol nos limpia energéticamente y nos carga de energía.
- Si sabemos escucharlos, nos llegará a través de este abrazo, la sabiduría profunda de la Conciencia Universal que todo lo abarca.
- Nos tramiten su fuerza, su lucha por la vida y su superación, siendo la máxima expresión de la resiliencia.
Conclusiones
Los árboles son vitales para la existencia en este planeta, sin la masa verde de las que ellos son una parte muy representativa, la vida no existiría.
Podemos decir que la vida, si tuviera un color, sería verde. Miles de tonos de verde, porque la vida es diversidad.
Coincidiendo con el día mundial del árbol, os animo a regalarnos esta maravillosa experiencia, sentir el latido de la savia del árbol en nuestras venas, en nuestro corazón, nos ayudará a recordar, que alguna vez, nosotros también fuimos árboles. Que formamos parte del árbol de la vida, y nos ayudará a amarlos, a respetarlos y a cuidarlos. Igual que ellos nos aman, nos cuidan y nos respetan, regalándonos todo lo mejor que ellos tienen, sin esperar nada a cambio.
Aunque podría contar mil anécdotas personales sobre esta práctica, prefiero que cada cual tenga su propia experiencia personal. Sólo puedo decir que, si a nosotros nos gusta que nos abracen, a ellos les encanta.