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Las algas se han convertido en unos de los alimentos más populares de occidente, a pesar de que son el alimento básico de la gastronomía china (el mayor productor). Alga nori, alga kombu o spirulina son algunas de las más demandadas, aunque el mercado abarca muchas más.
“Hace 3.200 millones de años, cuando no existía vida sobre la tierra las microscópicas algas verdes y azules (unicelulares cianofíceas) inventaron la función clorofílica y, con ella, aportaron el primer oxígeno a la atmósfera. El 80% del oxígeno que respiramos lo siguen fabricando las algas. Posteriormente las algas verdes desembarcan en la tierra y dan origen a las plantas que hoy crecen a nuestro alrededor. Las algas ocupan pues el primer eslabón en la cadena alimenticia al ser origen del mundo vegetal terrestre y al continuar siendo los primeros transformadores de energía solar en alimento”, según explica el médico naturista Pedro Ródenas, en su estudio “Las algas en la dieta”.
En este artículo hablaremos de las principales variedades, sus beneficios para la salud y aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de consumirlas, como la presencia de yodo.
Según el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre la evaluación del riesgo asociado al consumo de algas macroscópicas con alto contenido en yodo: “Uno de los factores de riesgo de la incorporación a la dieta de algas marinas macroscópicas con contenidos de yodo elevados es que el exceso de yodo en el organismo parece contribuir a un aumento de patologías del tiroides como se desprende del informe elaborado por el Comité Científico de la Alimentación Humana de la Comisión Europea que ha señalado que la ingestión de derivados de algas ricas en yodo, en especial los desecados, puede proporcionar una ingesta de yodo potencialmente peligrosa”.
El valor total anual de la producción de la industria de las algas marinas se estima entre 5.500 y 6.000 millones de dólares solo en EE.UU., según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). De ese total, corresponde a los productos alimenticios para consumo humano un valor de 5.000 millones de dólares. “Las sustancias que se extraen de las algas, los hidrocoloides, representan una gran parte de los restantes miles de millones de dólares, mientras que el resto corresponde a diversos usos menores, como fertilizantes y aditivos para piensos”, apuntan desde la FAO. La industria utiliza 7.500 – 8.000 millones de toneladas de algas húmedas al año, que se recogen o bien del ambiente natural (silvestres) o bien de cultivos (cultivadas). El cultivo de algas ha crecido rápidamente al superar la demanda a la oferta disponible de recursos naturales.
La FAO clasifica las algas en tres grupos basándose en su pigmentación: pardas, rojas y verdes, que reciben los nombres botánicos de feofíceas, rodofíceas y clorofíceas, respectivamente. Las algas pardas suelen ser grandes, desde los 20 metros, hasta los 2-4 metros de las algas gruesas y correosas o hasta los 30-60 cm de especies menores.
Por su parte, las algas rojas suelen ser menores, con una longitud de unos pocos centímetros a un metro aproximadamente, pero no siempre son rojas, ya que a veces tienen color púrpura, o incluso un pardo rojo, aunque los botánicos las clasifican como Rodofíceas por otras características. Las algas verdes son también pequeñas y su longitud es parecida a la de las rojas. Por otro lado, las algas que crecen naturalmente se suelen denominar algas silvestres, en contraposición a las cultivadas.
La utilización de algas como alimento se remonta al siglo IV en Japón y al siglo VI en China. Hoy en día estos dos países y Corea son los mayores consumidores de algas como alimento. Sin embargo, la demanda de algas para la alimentación humana ha aumentado bastante en Estados Unidos y América del Sur.
Las algas tienen múltiples beneficios, la Fundación Española de la Nutrición las considera un alimento equilibrado de bajo contenido calórico que aportan nutrientes como: vitaminas B1, B2, A y C, así como minerales, fibra, proteína (no todas, lo tienen) y ácidos grasos insaturados. Ródenas añade en su estudio: “Las algas figuran entre los alimentos con mayor proporción de calcio, magnesio, fósforo, sodio, potasio, hierro, yodo, azufre, cobalto, zinc, silicio, manganeso, cobre y selenio. Su contenido varía según el tipo de alga y la zona donde habita”.
En cuanto al valor medicinal de las algas, el médico naturista explica algunos de los beneficios:
Principales tipos de algas
Contienen un alto nivel de clorofila (su color verde) que ayuda a desintoxicar nuestro interior incluso de los metales pesados (relacionados en un gran número de ocasiones con el Alzheimer y Parkinson según los últimos estudios y el exceso de metales pesados en las personas que lo padecen).
Evitan que el organismo absorba tanta grasa “mala” de los alimentos ya que su estructura resulta muy similar a la de la sangre. En este sentido, es ideal para los casos de anemia debido a que fomenta el incremento de glóbulos rojos.