Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, aportemos nuestro granito de arena

Amplias zonas de nuestra geografía se encuentran potencialmente afectadas por el proceso de desertificación. Concretamente, España es el país de Europa con mayor riesgo de desertificación.

De hecho, más de dos terceras partes del territorio español pertenecen a las categorías de áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Pero, ¿en qué consiste la desertificación? La desertificación es un proceso de degradación que implica la pérdida del suelo fértil y la incapacidad de los ecosistemas de cumplir con su función reguladora y suministrar bienes y servicios ambientales. 

Concretamente, tiene que ver con la evapotranspiración. “La evapotranspiración potencial es la cantidad de agua devuelta a la atmósfera en estado de vapor por un suelo que tenga la superficie completamente cubierta de vegetación y en el supuesto de no existir limitación en el suministro de agua (por lluvia o riego), para obtener un crecimiento vegetal óptimo. Expresa la demanda de agua por la atmósfera y las plantas en un lugar determinado”, explican desde el Ministerio de Agricultura. 

¿Por qué pasa esto? Uno de los motivos principales es el cambio climático. Tanto éste como la desertificación y la sequía conforman un círculo que se retroalimenta. En resumen, el cambio climático (que surge por la acción directa del hombre en la tierra) hace que las temperaturas suban, por lo que evita las lluvias y hace que sean menos variables y esto hace que haya sequía. 




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Mapa del riesgo de la desertificación en España. Fuente: Ministerio de Agricultura

Causas y efectos de la desertificación

Algunas zonas de España, como partes de la región mediterránea, tienen algunas condiciones geográficas que favorecen los procesos de desertificación como, por ejemplo, el clima semiárido y las sequías estacionales. En algunas épocas del año llueve mucho, pero en otras pueden pasar varios meses sin que haya precipitaciones, esta variabilidad de las lluvias hace que aparezca la desertificación.

Otro factor son los suelos pobres con marcada tendencia a la erosión, además del relieve desigual, con laderas escarpadas y paisajes muy diversificados. También influyen las pérdidas de la cubierta forestal (debido a los incendios que se producen tanto provocados como naturales por las altas temperaturas). 

La crisis en la agricultura tradicional hace que haya un abandono de tierras y un deterioro del suelo y de las estructuras de conservación del agua. Además, las ocasionales explotaciones de los recursos hídricos subterráneos, la contaminación química y la salinización de acuíferos también hacen que este proceso se produzca. Por otro lado, la “concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío, lo cual ejerce una intensa presión sobre los recursos naturales del litoral”, según explican desde el Ministerio.

Si combinamos todos estos factores y procesos como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, la sobreexplotación de acuíferos, etc., da origen a los distintos paisajes o escenarios típicos de la desertificación en España.

¿Qué podemos hacer?

Con motivo del Con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra el 17 de junio, Greenpeace recuerda que “el cambio climático (subida de temperatura, menor precipitación, mayor riesgo de incendios forestales, etc.) está acelerando los procesos de pérdida irreparable de suelo”. 

Desde la asociación insisten en que “la desertificación se agrava con la sequía”. Explican que “los efectos de la escasez de agua son recurrentes en la península Ibérica y se deben prevenir precisamente ahora que tenemos agua almacenada”.  Y alertan de que “España sigue siendo el país de Europa con mayor riesgo de desertificación: el 75% de su territorio se encuentra en peligro de sufrirla, un 6% ya se ha degradado de forma irreversible, sobre todo en la vertiente mediterránea y las islas Canarias”.

Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? Greenpeace señala que es imprescindible cambiar el modo en el que administramos los recursos naturales para mitigar los efectos de la desertificación y las sequías. Por ello, es necesario:

  • Modificar urgentemente la actual política hidráulica, centrada en la ejecución de grandes obras, para dirigirla hacia una gestión más hidrológica y ambientalista.
  • Adaptar la agricultura al clima y reconvertir el regadío intensivo y súperintensivo a explotaciones sostenibles, diversificadas y de bajo consumo de agua.
  • Adecuar las políticas forestales a las necesidades del país más árido de Europa.
  • Abandonar todas las energías sucias y peligrosas dependientes de un gran consumo de agua y sustituirlas por energías renovables.

De momento, en nuestro país ya se han llevado a cabo tareas de repoblación forestal de tierras degradadas, aunque queda mucho por hacer. “Se estima en 5 millones de hectáreas (un 10% del territorio nacional) la superficie repoblada en los 150 años transcurridos desde el inicio de las actuaciones, el 75% de las cuales han tenido un objetivo eminentemente protector”, apuntan desde el Ministerio de Agricultura.

La intención de España por parar este proceso se ve en el proyecto LUCDEME, surgió tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Desertificación de Nairobi (1977) y está desarrollado por la Dirección General de Desarrollo Rural y Política Forestal del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. 

Con este proyecto, España es el primer país desarrollado en recoger las recomendaciones de las Naciones Unidas en esta materia. Los principales objetivos que tiene este proyecto son, según las fuentes oficiales: “el análisis de los distintos recursos y factores implicados en los procesos de desertificación; la determinación de los sistemas y técnicas aplicables para la lucha contra la desertificación y la Planificación integrada de las acciones de ordenación y restauración de cuencas torrenciales y la formación, capacitación y extensión sobre la temática del Proyecto”.

«Alimentos. Forrajes. Fibras»: La alimentación es una de las claves

Este año la conmemoración de este día se centra en cambiar “las actitudes públicas hacia la principal causa de la desertificación y la degradación de las tierras: la producción y el consumo incesantes de la humanidad”, según informan desde la Organización de las Naciones Unidas. 

“El crecimiento demográfico, el aumento de los ingresos de la población y el incremento de la población urbana intensifican la demanda de tierra para producir alimentos, forrajes y fibras textiles. Mientras tanto, la salud y la productividad de la tierra cultivable existente están disminuyendo, un declive que se ve empeorado por el cambio climático”, afirman.

“Con el fin de contar con tierras productivas suficientes para satisfacer la demanda de 10.000 millones de personas en 2050, es necesario modificar nuestro estilo de vida. A través del Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, celebrado bajo el lema “Alimentos. Forrajes. Fibra.”, se aspira a educar a las personas sobre la manera de reducir su impacto individual”, concluyen de la ONU. 


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