Las bebidas azucaradas, en el ojo del huracán

Las bebidas azucaradas están en el ojo del huracán porque el azúcar genera adicción. Descubre la relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad. 

El documental Sobredosis de azúcar, emitido en el programa Documentos TV de RTVE el 30 de mayo de 2015, nos advertía de lo fácil que es caer en la adicción hacia el azúcar.  

¿Es más adictiva el azúcar que la cocaína?

El investigador Serge Ahmed, del Centro Nacional de Investigación francés situado en Burdeos, descubrió por casualidad que el azúcar es más adictivo que la cocaína. A las ratas de laboratorio que ya eran adictas a la cocaína se les dio a probar una sustancia neutra como agua azucarada. Estas podían elegir qué tomar entre dos palancas, si cocaína con una inyección intravenosa o agua con azúcar ingerida.

La sorpresa llegó cuando entre el 80 y 90% de las ratas adictas a la cocaína se decantaban por la palanca del agua azucarada frente a su adicción. La conclusión fue que una vez prueban el agua con azúcar, las ratas no dejan de beber esta solución incrementando la dosis cada vez más.

Aunque ya os mostramos unos consejos para aprender a mantener el azúcar a raya, conviene recordar que cada vez que tomamos azúcar nuestro cerebro libera dopamina, exactamente igual que ocurre cuando se consume una droga.

Esto es lo que provoca que lamentablemente desde niños nos convirtamos en adictos a los refrescos, las golosinas y chocolates. Sin embargo todavía es peor que la industria alimentaria, consciente de esta adicción, añada azúcar a todo tipo de preparados: comidas precocinadas o alimentos sencillos como el jamón de York. De este modo, a mayor cantidad de productos consumidos, mayores son los ingresos.

¿Existe relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad?

El profesor británico de medicina Phillip James, uno de los grandes especialistas en obesidad a nivel mundial y presidente de la Asociación Internacional de Estudios sobre la Obesidad, declaraba que la obesidad era evidente en los barrios pobres de Londres. Cuanto más pobre, más gordo; y esto se debe a que su entorno de fast food (pizzas, hamburguesas, bebidas azucaradas o fish and chips) está repleto para que se consuma cada vez más con muy poco dinero.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) encargó en 1990 a este profesor que realizara un estudio sobre los niveles mínimo y máximo de azúcar dependiendo de las categorías de alimentos. El informe Régimen alimentario, nutrición y prevención de enfermedades crónicas concluía que no era necesario añadir azúcar a los alimentos (mínimo 0%) y un tope máximo del 10% para requerimientos energéticos.


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Posteriormente, ya en el año 2003, la OMS le volvió a encargar otro estudio al profesor James en el que refutó sus anteriores investigaciones creando una relación directa entre el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad. Según el profesor James, al cerebro le cuesta contabilizar las calorías de lo que ingiere si lleva azúcar añadido y es en ese momento cuando se engorda. Esta fue la primera ocasión en la que se relacionaron azúcar y obesidad, siendo los niños los más vulnerables por la gran cantidad de bebidas azucaradas, golosinas, bollería industrial y comidas preparadas que consumen.

Incluso se llegó a calcular que se incrementa en un 60% la probabilidad de padecer riesgo de obesidad por cada lata de refresco que se consume.

Centrándonos en las bebidas azucaradas y la obesidad, considerada epidemia en el primer mundo y que solo en Europa mata a un millón de personas, el gobierno sigue la misma línea que ya hizo con el tabaco: gravar esta categoría con más impuestos. Además de intentar frenar la demanda, en este caso el Ejecutivo muestra sensibilidad a las demandas de la OMS, la comunidad médica y de los propios ciudadanos a los que les preocupa su salud. 

Se trata de una medida que acomete debido a que la obesidad, como también sucede con el tabaco, produce unos costes sanitarios demasiado altos para que entre el conjunto de la sociedad paguemos lo que por sentido común no se debió incentivar anteriormente. Todos recordamos los anuncios financiados con dinero público en los que se explicaba que el consumo de azúcar no engordaba. Por todo ello ahora nos encontramos en un periodo de penitencia y coherencia.


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24 marzo / 2017

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