2 listas de Spotify para comenzar la semana con energía
Escucha estas 2 listas de Spotify para comenzar la semana con energía y descubre la psicología positiva de la música y su influencia sobre el estado de ánimo. Dos partes…
Al hablar de ansiedad, como también sucedía cuando os mostramos los 6 síntomas claros de que sufres estrés, nos estamos refiriendo a un disparador, señal, estímulo, evento, pensamiento o situación que percibimos como peligroso y como consecuencia lleva asociado un sentimiento muy desagradable que le prepara para el peligro.
La ansiedad es una emoción que experimenta una persona cuando tiene la sensación de que se encuentra en peligro. Dicho peligro puede ser real como consecuencia de una situación, algo que sucede si conduces a 300 km/h, o infundado por nuestra propia imaginación, como cuando sientes miedo de que vas a ser atracado en la calle, un sentimiento que provoca que no actúes libremente.
Al igual que ocurría con el estrés, la ansiedad puede ser patológica o enfermiza, consistiendo esta última en percibir señales de alerta y peligro donde en realidad no hay ningún riesgo. A partir de nuestras percepciones y de la malinterpretación que hacemos de aquello que sucede a nuestro alrededor o puede tener lugar en el futuro mandamos señales a nuestro cuerpo con el objetivo de que se prepare para una grave situación.
Por lo tanto, tener ansiedad es muy sano y adaptativo para salir de cualquier situación de peligro porque prepara al cuerpo para salir airoso de una situación comprometida. Sin embargo la ansiedad deja de ser sana cuando no nos permite desarrollar una vida normal y nos afecta en nuestro día a día. De hecho todas las fobias tienen un origen de episodios de ansiedad.
Cualquier persona puede tener miedo a las alturas o a volar. Tal es el caso que a nadie le gustaría estar en una repisa de un sexto piso sin arnés porque sentiríamos miedo a caernos y perder la vida. En este caso concreto la ansiedad es sana pues no nos permite caer en imprudencias, pero no tiene sentido que un miedo no nos deje vivir, por ello cogemos un avión pese a tener miedo a volar.
No es sencillo diferenciar el punto exacto en el que termina una y comienza la otra, pero sí se ha llegado al acuerdo de que si una persona responde ante un hecho (interno o externo) de forma desproporcionada respecto a cómo lo haría el promedio de personas se le considera que puede tener cierta propensión a la ansiedad.
Esta situación no significa necesariamente que exista un problema, pero sí lo hay cuando a esta persona le afecta con síntomas clínicos de forma social y laboral, pasando de algo puntual o agudo a niveles de ansiedad crónicos.
Mantener unos elevados niveles de ansiedad crónica durante un tiempo prolongado está considerado como uno de los factores de mayor envejecimiento de nuestro cuerpo. A continuación te dejamos los 6 síntomas claros que han descrito las personas que sí han padecido ansiedad en sus vidas:
Impaciencia, nerviosismo e inquietud.
Fatiga, ausencia de energía, falta de vitalidad y cansancio.
Irritabilidad, mal humor, enfado, ira, indecisión y apatía. Además se pierde la objetividad y la capacidad de pensar con lucidez.
Tensión muscular, rigidez, falta de elasticidad y contracturas musculares.
Alteraciones del sueño: dificultad para conciliar el sueño y sensación de no haber descansado tras despertarnos por la mañana.
Ataques de pánico: sudoración, palpitación, náuseas, sensación de ahogo y temblores. Asimismo se produce una preocupación desmedida y un exceso de miedos: a morir, que ocurra una desgracia, a estar solo, a viajar y perder el control. También aparecen pensamientos repetitivos como lavarse continuamente las manos o cerrar varias veces las puertas.
Se considera que padeces ansiedad crónica cuando los síntomas permanecen por un tiempo superior a seis meses, aunque la consecuencia depende de cómo cada persona percibe los síntomas en intensidad y tiempo. En cualquier caso, te mostramos en qué deriva la falta de tratamiento de la ansiedad:
Depresión: tener el cuerpo activado a lo largo del tiempo termina pasando factura y se destruye el autoestima. De este modo se entra en un proceso de destrucción cognitivo y sensorial. La tristeza es el único sentimiento que invade a las personas que sufren depresión, percibiendo el mundo bajo un filtro gris y catastrófico. Además la depresión conlleva la falta de apetito, de interacción social, de interés por vivir y de querer salir de ese oscuro pozo en el que te encuentras sumido.
Memoria: al igual que sucedía con el estrés, el cortisol destroza tu memoria. Te empezará a costar recordar lo más básico y más concretamente la memoria a corto plazo. Un ejemplo es cuando se te olvida la sal a la hora de comer y vas a la cocina a por ella pero no te acuerdas a por qué ibas.
Corazón: tu sistema cardiovascular se ve afectado por todas las reacciones propias de la ansiedad. Las palpitaciones, aceleraciones, subidas y bajadas de ansiedad pasan factura y pueden provocar un ataque cardiaco.
Digestivo: la totalidad de glándulas secretadas de activación tienen un efecto sobre tu aparato digestivo. El estómago se ve perjudicado con problemas en las digestiones y la aparición de flatulencias, gases y úlceras.
DESCÁRGATE GRATIS LA GUÍA DE USUARIO PARA LA SALUD OSTEOARTICULAR