Afrontar el 2021 tras un adiós al año de la pandemia… que aún sigue

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconociese como una pandemia el coronavirus, el pasado 11 de marzo de 2020, las malas noticias no han dejado de llegar. 2020 ha sido un año duro, muy duro. A nivel sanitario, emocional, económico, familiar y social.

Nos hemos visto sometidos a cuarentenas en casa, hemos visto partir a familiares y amigos sin tener la oportunidad de despedirnos, algunas personas han tenido que pasar largas temporadas hospitalizadas, hemos sentido la angustia de la incertidumbre, del qué pasará mañana, con negocios luchando por mantenerse a flote. Y ahora, cuando se ha acabado este año tan negro, nos preguntamos: Y ahora, ¿qué?

Ahora toca mirar hacia adelante, confiar en la evolución positiva de la pandemia y en que las vacunas creen inmunidad para la población, pero lo más importante es que hay que sanar las heridas emocionales y psicológicas que ha dejado la pandemia. Es importante aprender las lecciones que nos han enseñado, por muy duras que hayan sido, y no olvidarlas de cara al año que entra. 

83 millones de infectados en el mundo

Hasta el 30 de diciembre de 2020, se ha informado de más de 83 millones de casos de la enfermedad en 254 países (los cinco países con mayor número de infectados son Estados Unidos, India, Brasil, Rusia y Reino Unido), con más de 1, 8 millones de muertes (los cinco países con mayor cantidad de fallecidos son Estados Unidos, Brasil, India, México y Reino Unido). Aunque, según estima la Organización Mundial de la Salud, para octubre de 2020, al menos un 10 % de la población mundial ya se había contagiado de esta enfermedad (unos 780 millones de personas infectados aproximadamente).

La pandemia ha tenido un efecto socioeconómico disruptivo. Se han cerrado colegios y universidades en más de 124 países, lo que ha afectado a más de 2.200 millones de estudiantes. Un tercio de la población mundial se encuentra confinada, con fuertes restricciones a la libertad de circulación​ lo cual ha conducido a una reducción drástica de la actividad económica​ y a un aumento paralelo del desempleo.​ 

Las medidas de prevención recomendadas incluyen lavarse las manos, cubrirse la boca al toser, el distanciamiento físico entre las personas y el uso de mascarillas, además del autoaislamiento y el seguimiento de las personas bajo sospecha de infección. Aunque el pasado 27 de diciembre de 2020, se puso la primera vacuna en España, abriéndose la puerta de la esperanza para la recuperación de la sociedad tras esta pandemia. 

Las consecuencias psicológicas

Un informe de investigadores españoles llamado “Las consecuenciaspsicológicas de la covid-19 y el confinamiento”, ha analizado el impacto que ha tenido el encierro en las mentes de los españoles y los hallazgos son reveladores. 

En el aspecto laboral, durante el confinamiento, las personas afectadas por un ERTE o los profesionales autónomos refirieron situaciones de incertidumbre, cómo les ha afectado el cese brusco de la actividad, y dificultades para obtener las ayudas económicas. Por su parte, las personas que teletrabajan eran muy prolijas en la descripción de las actividades que realizaban y en sus valoraciones: el aumento en la carga de trabajo, las dificultades del aislamiento, cierta incomprensión por parte de los demás, etc., pero también mencionan como aspecto positivo no tener que desplazarse al lugar de trabajo. Las expectativas sobre el futuro varían en función de que la persona trabaje por cuenta propia, con una mayor incertidumbre, o por cuenta ajena, menor, y del sector de actividad.

En cuanto a los hábitos saludables, la mayoría de las personas relatan dedicar más tiempo a cocinar, bien porque están más tiempo en casa o bien porque han vuelto a vivir en la residencia familiar. Algunas personas reconocen comer más por la ansiedad de la situación, el desorden y la búsqueda de alimentos «seguros», o como recompensa. Aunque en menor grado, también hay quienes se esfuerzan por mantener una dieta sana.

Hábitos de sueño: Las personas entrevistadas hablaron de pesadillas, intranquilidad ante una posible mala noticia, e incluso recurren a medicamentos para dormir, aunque algunas personas han logrado mantener los mismos hábitos que antes del confinamiento.

En cuanto al ejercicio físico hay personas que se organizaron para hacer ejercicio siguiendo una rutina, estímulos como vídeos, clases online, etc., tanto entre quienes ya hacían deporte como entre los que no lo hacían e intentan hacerlo durante el confinamiento, mientras otras han aumentado su sedentarismo.

Aunque, las narrativas de algunas personas apuntan hacia un incremento en el consumo de tabaco y alcohol con respecto a la situación anterior al confinamiento, valorándolo como algo «normal» que ocurra. Otras personas han mantenido el mismo nivel de consumo e incluso dicen estar aprovechando la situación para reducirlo. Mientras que algunas personas lamentan no poder realizar actividades anteriores que transcurrían en el exterior, las hay también que reconocen una oportunidad en el confinamiento para iniciar otras actividades.

Por lo que respecta a las emociones, estados de ánimo y conducta prosocial, en general relatan cambios de ánimo disfóricos (experiencias de malestar tipo tristeza-depresión, ansiedad, ira, etc.), pero también algunos eufóricos.

  • Disfóricos: Las personas entrevistadas manifiestan haber experimentado numerosos cambios de estado de ánimo durante el confinamiento: resignación, tristeza, agobio, actitud crítica, decaimiento, etc. La incertidumbre ante el futuro, las preocupaciones relacionadas con la enfermedad, más por las personas allegadas que por ellas mismas, el miedo a la pérdida de familiares sin poder despedirse, están entre los temas en torno a los que se elaboran las narrativas.
  • Eufóricos: En menor medida, también se describen estados eufóricos por lo positivo de hacer más vida familiar, cambios experimentados en relación con el trabajo por estar más centradas y con menor estrés, etc.

Mente positiva y meditación

Como hemos mencionado, las secuelas psicológicas de la pandemia son muchas. Por eso es de vital importancia aprender a meditar en 2021 y ser positivo. Porque se ha demostrado que existe un vínculo directo entre tener pensamientos positivos y una vida saludable, incluyendo beneficios como la presión arterial más baja, menos enfermedades del corazón, mejor control del peso y los niveles de azúcar en la sangre menos elevados.

En este sentido, como apuntan desde la Clínica Mayo: “El pensamiento positivo no significa que no quieras ver la realidad o ignores las situaciones menos agradables de la vida. El pensamiento positivo solo significa que enfrentas lo desagradable de una manera más positiva y productiva. Crees que lo mejor va a pasar, no lo peor”.

Además, los expertos del mismo centro dan clave para evitar el ruido de los pensamientos negativos: 

  • Filtrar. Exageras los aspectos negativos de una situación y filtras todos los positivos, dejándolos de lado.
  • Personalizar. Cuando sucede algo malo, tú automáticamente te echas la culpa.
  • Dramatizar. Tú automáticamente anticipas lo peor. 
  • Polarizar. Ves las cosas solamente como buenas o malas. No hay término medio. 

Aprovechar las oportunidades y reinventarse

Albert Einstein decía que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y los países, porque la crisis trae progresos”. Y la clave está en saber buscar las oportunidades que hay en los momentos de crisis, es decir, tener la capacidad de reinventarse. 

Es importante también establecer objetivos y prioridades, tener metas que cumplir. Y mantenernos formados y actualizados. La planificación, en este sentido, ayuda a tener una mayor claridad, además reduce el estrés porque da sensación de control y ayuda a planificar el tiempo que se invierte en cada tarea o proyecto. 

Aprendamos las lecciones 

Una vez más, la vida nos ha frenado en seco para recordarnos qué es lo realmente importante: la salud. Por este motivo, debemos ser consecuentes y no olvidar la lección. Y no solo hablamos de la importancia de nuestra salud y la de nuestra familia, amigos y allegados. Hablamos de la salud del planeta y la importancia de cuidar nuestro hogar. 

Un informe de Ecologistas en Acción 1, señaló un descenso del 55% de la contaminación atmosférica en la segunda mitad de marzo, comparado con el año pasado. Según este estudio, los niveles de dióxido de nitrógeno (NO 2) durante el estado de alarma fueron los más bajos en el mismo período durante la última década. También se observó una disminución de las partículas en suspensión y de los niveles de ozono.

“Por eso, en la “nueva normalidad” el desarrollo económico deberá ser sostenible, con el objetivo de conseguir cero emisiones. Tenemos la oportunidad de reducir el transporte motorizado, establecer zonas de bajas emisiones, apostar por el transporte público, facilitar los desplazamientos a pie y en bicicleta, favorecer a las industrias respetuosas con el medio ambiente… Ha llegado el momento de implantar medidas que mejoren la calidad del aire de forma permanente”, apuntan desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. 


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