7 trucos para afrontar la primavera con positividad
Sigue estos trucos que te ayudarán a afrontar la primavera con positividad y a combatir los síntomas de la alergia de manera natural. ¡Te sentirás en plenitud! Cualquier cambio de…
En este post vamos a desarrollar las bases de la Psicología Positiva, para que nos sirva de punto de apoyo para poder enfrentarnos a los retos de la vida, así como para sobreponernos a las dificultades, a los miedos y a los traumas. Para ello debemos compilar en nuestra mente todo aquello que son sirva de recurso o salvavidas, llegado el momento de la verdad. Debemos volvernos coleccionistas de palabras que vibren alto, de músicas que nos inspiren, cultivar actitudes y modelos de pensamiento que nos suban la autoestima, nos devuelvan nuestro poder personal, y nos permitan pisar fuerte en la vía de la vida, aunque sin pisotear a nadie.
Un enfoque que cumple con estos requisitos es la Psicología Positiva.
Psicología Positiva es un término acuñado por Martín Seligman en 1999. Se define como el estudio científico de las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos. Así como el estudio científico de las fortalezas y virtudes humanas. Lo cual permite una actitud más abierta respecto al potencial humano y sus motivaciones.
Hasta el momento en el que Seligman empezó a desarrollar este nuevo enfoque dentro de la psicología, él había sido un referente en el estudio de la depresión, en concreto de lo que se llama la Indefensión Aprendida, término acuñado por él.
Históricamente, la psicología se ha dedicado al estudio de las emociones negativas, de lo que no anda bien en la persona, del déficit, de lo que le causa dolor y sufrimiento emocional, de aquellas variables que incurren en patología.
Esto se ve como algo claramente necesario tras la Segunda Guerra Mundial, cuando hay que atender y dar apoyo psicológico a un sinfín de jóvenes norteamericanos que vuelven a casa totalmente traumatizados por los horrores de la guerra, así como a la población europea que sufrió la contienda en su propio territorio.
A partir de 1999, con Seligman y otros, esto empieza a cambiar, hecho del cual algunos nos alegramos infinitamente.
Las Fortalezas Distintivas
La psicología positiva establece, que el sentimiento de felicidad o bienestar duradero es bastante estable en las personas, y que está compuesto por un coeficiente básico que, aunque se vea modificado por las circunstancias exteriores, vuelve por sí mismo a la línea base en pocos meses.
Una de las variables que más influye en cómo la persona experimenta su realidad, es lo que llamamos temperamento, elemento genético y poco modificable.
Por otra parte, están las fortalezas de carácter, rasgos psicológicos de la persona que se desarrollan con la práctica, que tienen una consecuencia positiva cuando se practican, generando emociones positivas auténticas, y sobre los que sí podemos influir.
Estos rasgos de carácter, a los que Seligman llama Fortalezas Distintivas, y sobre los que podemos trabajar conscientemente, son una combinación de cualidades tales como:
Así, podemos trabajar con nosotros mismos para fortalecer la capacidad de experimentar emociones positivas, desarrollando una o varias de estas Fortalezas Distintivas, y esto repercutirá en nuestra salud y en nuestra capacidad de desempeño en cualquier ámbito de nuestra actividad.
Por otra parte, según Seligman, las emociones positivas pueden centrarse en el pasado, en el presente o en el futuro.
Por otra parte, en el mantenimiento y creación de la felicidad, resultaría de vital importancia la interpretación personal y subjetiva que hacemos de los factores y hechos objetivos. Así, podemos confirmar que las personas felices ven los eventos de su vida de forma que promueven su felicidad, esperan resultados positivos en el futuro y confían en sus habilidades y destrezas.
Por otra parte, ya está científicamente probado, que las emociones positivas:
La emoción positiva que proporciona un mayor sentido de bienestar es el optimismo, o tendencia a esperar que el futuro nos sea favorable. El optimismo implica una habilidad especial para encontrar sentido a las experiencias que la vida nos trae, incluso a aquellas que nos resultan incomodas o podríamos llegar a calificar de adversas.
La cualidad del optimismo hace que personas enfermas tengan una vida más prolongada y con mayor calidad de vida que otras personas con la misma dolencia física, pero con un carácter más pesimista. Así, podemos observar que las personas más felices tienen un sistema emocional que les permite reaccionar de forma más apropiada a los eventos de la vida.
La buena noticia es, como ya hemos señalado antes, que estas cualidades se pueden enseñar y se pueden aprender ya desde la infancia. Podemos enseñar a nuestros niños a ser felices, y también podemos, por qué no, aprenderlas nosotros.
Seligman establece que hay tres modelos, o tipos de vidas felices sobre los que podemos trabajar:
Aquí también debemos saber encontrar un equilibrio entre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Lo que se logra agradeciendo y perdonando el pasado, desarrollando atención plena o capacidades meditativas en el presente para observar las emociones negativas que se vayan presentando en el aquí y el ahora, y mirando el futuro con optimismo y confianza.
2. La vida de compromiso o flow (estar absorto): Este segundo modelo, nos indica que la felicidad no es sinónimo de éxito social, poder o riqueza. Sino que más bien, es desarrollar nuestro máximo potencial humano, lo que nos llevará a sentirnos plenos, felices y libres. Seligman y Peterson desarrollaron un sistema de clasificación de las fortalezas humanas con el objetivo de determinar aquellas con las que deberemos trabajar diariamente para mejorar nuestro potencial, estas son:
3. La vida significativa: El tercer modelo estaría relacionado con los últimos escalones de la Pirámide de Maslow, y lo que Seligman define como «altruismo o ejercicio de la bondad».
Es el estado de elevarnos por encima de nuestro yo individual y nuestro placer personal para ponernos al servicio de quienes nos rodean, olvidándonos de nosotros mismos.
Podemos trabajar sobre cualquiera de estos tres enfoques para cultivar la cualidad de la felicidad, pero tenemos que saber que, en el primero, el placer es un logro transitorio y está muy condicionado por nuestro temperamento de base.
Es decir, alcanzar emociones positivas suficientemente significativas a través del placer de los sentidos no está al alcance de todos en la misma medida. Además, el placer crea habituación, con lo cual, el primer pedacito de ese delicioso brownie con humeante chocolate derretido por encima, es el único que nos proporciona el 100% del placer, de ahí en adelante, la sensación de satisfacción irá disminuyendo bocado tras bocado.
Esto, por otra parte, es lo que explica muchas de las conductas adictivas que podemos desarrollar hacía estímulos tan diversos como los ordenadores, el sexo, la comida, los dulces, etc. Seguimos intentándolo repetidamente para obtener el placer del primer bocado, lo cual, dada nuestra fisiología, es prácticamente imposible. Ahora bien, este tipo de felicidad es una buena guinda cuando ya tenemos establecido alguno de los otros dos modelos, el de una Vida de Compromiso o la Vida Significativa.
Cualquiera de los dos últimos proporcionan cantidades significativas y estables de felicidad, si bien, sumados los tres, los resultados se ven aumentados y fortalecidos de forma exponencial.
Esto es, una vida dedicada al compromiso de la mejora de uno mismo, o con una tarea que nos permita abstraernos del todo y fluir, como puede ser escalar, componer o tocar un instrumento de música, escribir un libro… y, a la vez, dedicarnos a estar el servicio de una causa más alta que nuestros propios intereses personales. En este caso, la guinda del placer emocional que nos puede aportar disfrutar de un concierto o tomarnos una caña en compañía de nuestros amigos, nos sabrá a gloria.
Personalmente, opino que merece la pena trabajar por nuestra propia felicidad cultivando nuestras mejores cualidades para ponerlas al servicio del planeta que habitamos, cada uno a su manera, formando parte así del ecosistema en el que vivimos, de una forma plena, llena de sentido y de significado. Mientras disfrutamos, por qué no, de una suave y refrescante brisa sobre nuestra piel, de los aromas y colores de las maravillosas flores que nos rodean, a la vez que, usando un símil con la escalada, encadenamos nuestro proyecto personal a vista, la vía con la que hoy nos sentimos especialmente comprometidos.