Algas: propiedades y variedades
Las algas se han convertido en unos de los alimentos más populares de occidente, a pesar de que son el alimento básico de la gastronomía china (el mayor productor). Alga…
Cuando hablamos de hipertensión arterial, nos referimos a que nuestros vasos sanguíneos padecen una tensión constantemente alta, es decir, se trata de una patología crónica donde la sangre ejerce una fuerza mayor de lo habitual contra las arterias. El problema principal de esta afección es que, cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la tensión normal en un adulto es de 120 mm Hg (milímetros de mercurio) cuando el corazón late y de 80 mm Hg cuando se relaja. Sin embargo, muchas personas tienen su tensión en 140 mm hg cuando el corazón late y superior o igual a 90 mm Hg cuando se relaja. Esto quiere decir que esa persona tiene la tensión alta. El mayor peligro de esta afección es que la mayoría de las personas que lo padecen no muestran ningún síntoma. De hecho la OMS la denomina el “asesino silencioso”.
Sin embargo, los expertos explican que en algunas pocas ocasiones las personas con presión arterial alta pueden tener dolor de cabeza, dificultad para respirar o sangrado nasal, aunque “estos signos no son específicos y, por lo general, cuando se presentan suele ser porque el trastorno ha alcanzado una etapa grave o potencialmente fatal”.
Una encuesta realizada en 2017 por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar social refleja que continúan subiendo los factores de riesgo cardiovascular. La institución apunta que la hipertensión “es el problema más frecuente, referido por el 19,8% de la población”. Además, en este caso no hay diferencia de sexos, ya que lo padecen por igual tanto hombres como mujeres.
Debido a la peligrosidad de la enfermedad, cada año se celebra el Día Mundial de la Hipertensión, ya que, según la OMS, esta afección “afecta a más del 30% de la población adulta mundial y es el principal factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”.
Según explica la OMS, cuanto mayor sea la tensión, mayor es el esfuerzo que hace el corazón y, por lo tanto, mayor daño sufre. Si no se controla, la hipertensión puede provocar infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal o riesgo de padecer insuficiencias cardiacas.
Además, la organización explica que los vasos sanguíneos pueden desarrollar aneurismas (que puede finalmente causar hemorragias internas) y zonas débiles “que los hacen más susceptibles de obstruirse y romperse”.
Los expertos indican algunas de las complicaciones que pueden surgir de esta enfermedad:
El estilo de vida que llevemos también es un factor que determina si aumenta o no la presión arterial, a pesar de que en la mayoría de ocasiones pueda elevarse sin causas previas conocidas.
La Fundación del Corazón señala que hay numerosos estudios que demuestran que reducir la cantidad de sodio en la dieta reduce la presión arterial. Por esta razón, es importante controlar la cantidad de sal que ingerimos. La forma más fácil, según la corporación, “lo más fácil para reducir la sal es no añadirla a los alimentos”. Además, los alimentos frescos suelen tener una concentración de sal mucho más baja que los precocinados.
En caso de querer hacer más sabrosos los platos, la fundación también indica que es recomendable utilizar especias o hierbas en sustitución de la sal. En general, también se debe reducir la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas.
La OMS también explica la importancia de consumir más fruta y verdura y mantener una actividad física regular, además de reducir el consumo de tabaco y alcohol. En este sentido, existen complementos que también ayudan a la disminución de glucosa en sangre y a reducir la presión arterial alta, como la berberina (sustancia que se encuentra en algunas plantas). Por otro lado, componentes como L-Carnitina, extracto seco de glucomanano o extracto seco de nopal ayudan a controlar el peso y evitar, así, el exceso de grasa que puede contribuir a aumentar la presión arterial.
La organización también apunta que se debe reducir y gestionar el estrés, ya que también puede ser un factor que propicie la alta tensión.