Cómo mejorar la relación con nuestros perros para que sea más satisfactoria

Muchos de nosotros estimamos la compañía cercana de esos peludos de ojos fieles. El intercambio emocional con ellos es fácil, muy fácil y gratificante. Realmente nos conectan al corazón y nos permiten dar amor y recibirlo de una forma que, con la mayoría de nuestros congéneres, nos resultaría absolutamente imposible.

Pero muchas veces nos gustaría entenderlos mejor a la vez que hacernos entender de forma más efectiva. No nos damos cuenta de que, aunque el hombre ha elegido desde la prehistoria a los perros como amigos y compañeros de caminos, no somos de la misma especie. Eso es obvio, pero ahí radica la principal dificultad para hacernos entender.

Nosotros somos primates, por lo menos en origen, y nos comunicamos más como los simios que como los canes. Y para los canes nuestras formas son raras y poco entendibles. Deberíamos tener en cuenta esa primordial diferencia y empezar a darnos cuenta de que, cuando nuestros amigos perrunos no nos hacen caso, no es porque no quieran hacerlo, sino porque no nos entienden.

Por otra parte, la convivencia con los humanos no le resulta nada fácil a los perros y muchos de ellos tienen problemas emocionales que no entendemos y que sin nuestra ayuda no pueden resolver. Ocuparnos de nuestros perros también debería implicar apoyarlos para que puedan resolver sus problemas emocionales y no solo buscar que aprendan aquellos comportamientos que a nosotros nos hacen la vida más cómoda a su lado.

Problemas emocionales en los perros

Los problemas emocionales más frecuentes que tienen nuestros perros son los siguientes:

  1. Reactividad: Una respuesta reactiva es una respuesta involuntaria y exagerada para lo que es la situación real. Es de los problemas más frecuentes y entre ellos está, perros que ladran a larga distancia a estímulos de manera exagerada y que luego tardan en recuperarse y se quedan tensos durante todo el paseo. Esta reactividad normalmente tiene su origen en la inseguridad y la frustración.
  2. Agresividad: Se suele confundir con la reactividad. Es posible que un perro tenga problemas de agresividad y a pesar de ello pueda pasear tranquilamente por la calle, que no ladre a distancias largas pero, sin embargo, si se acerca determinado perro o persona, que muestre una respuesta agresiva, y que sacándolo de la situación, cese la respuesta. Todo lo contario a la reactividad que suele mantener esa respuesta a distancias medias/largas.
  3. Inseguridad: Aunque es cierto que no es un problema emocional como tal, sino más bien un tipo de respuesta ante una situación que el perro no sabe muy bien cómo resolver. Hay perros que parecen inseguros, pero que no tienen problemas emocionales. Simplemente son algo más prudentes e incluso tímidos. La inseguridad se convierte en un problema cuando el perro no la gestiona bien, siendo común que derive en reactividad y agresividad.
  4. Ansiedad: La ansiedad es una de las emociones que se distingue más claramente y que se puede confundir con el miedo. Aparece cuando el perro no ve una clara resolución a la situación y no puede evitar que suceda. Por ejemplo, la ansiedad por separación, ansiedad al veterinario, a la jaula, al coche, en una residencia…Puede darse acompañada de jadeos, lloros, ladridos, aullidos, salivación, conductas destructivas, defecación en lugares inapropiados, no poder relajarse ni dormirse.
  5. Frustración: Es uno de los problemas emocionales más importantes. La frustración aparece cuando no se cumple una expectativa, siendo común que derive en ladridos, morder la correa, romper palos o comer hierba como descarga de la frustración.
  6. Miedo: El miedo tiende a confundirse con la ansiedad porque pueden aparecer conductas parecidas. La gran diferencia es que el miedo aparece ante algo en concreto, como una persona, un ruido, movimiento… La ansiedad es ante una situación, pero no hay una figura concreta que la provoque. Suelen ser perros que durante el paseo lo van mirando todo con el rabo entre las patas y tiran de la correa pidiendo volver a casa, a su espacio de seguridad.

Los errores más habituales con nuestros perros:

A la hora de corregir estos problemas solemos cometer una serie de errores que es bueno tener en cuenta, porque más vale poder prevenir que tener que curar:

  1. Tenemos demasiada prisa: No se puede tener prisa con un perro con problemas emocionales. Debemos dejar de lado los objetivos inalcanzables, solo nos frustraremos y nos crearemos expectativas que no se pueden cumplir.
  2. Trabajar sobre el problema: Trabajar ya es un avance y está bien, pero no se puede mejorar la conducta si siempre se trabaja cuando el problema ya está presente. Debemos plantearnos si nuestro perro ya está preparado para afrontar el problema que se le plantea, y si no lo está, lo retiraremos de la situación, y analizaremos que es lo que ha podido pasar para entrenarlo adecuadamente libre de esa tensión.
  3. No se trabajan ejercicios que nos ayuden: Muchas veces nos ponemos a trabajar muchos temas que pensamos que son centrales en la terapia, así como trabajos de olfato, buenos paseos, enriquecimiento del entorno…pero son generalidades, y un problema emocional necesitad de ejercicios específicos que realmente tengan que ver con el problema real.
  4. Querer resolver el problema mediante amenazas y gritos: Las amenazas y los gritos no ayudan a solucionar los problemas emocionales de nuestro amigo. Lo que le ayuda es que empaticemos con él, intentemos entenderle, le apoyemos y pueda confiar en nosotros en cualquier situación, que nos perciba como alguien seguro. No es ético ni moral que un perro que ya tiene sus problemas tenga, además, que recibir amenazas de su tutor por no poder resolver una situación para la que no está preparado y para la que nadie lo ha educado.

Cómo iniciar el trabajo con nuestro perro

  1. Apunta en una lista lo que ves o lo que consideres que le pasa a tu perro.
  2. Ordénalos en función de lo que consideres prioritario, de mayor a menor en orden de importancia.
  3. No trabajes todo a la vez, escoge el primer punto de la lista para empezar a trabajar con ese aspecto. No tengas prisa ni quieras hacerlo todo a la vez porque no va a servir de nada y nada va a mejorar.
  4. Una vez que sabes con que tema vas a trabajar, el más importante, busca información, lee sobre el tema, indaga, aprende, mira videos, pregunta…para saber en qué consiste el problema que tiene tu perro, cuáles son las causas y como se puede trabajar.
  5. Ahora sí, ya puedes ponerte manos a la obra.

Conclusiones

Una nueva corriente educativa con los perros es la Educación Amable, concepto que se introdujo en 2012, y que es mucho más que educar en positivo. Desde este enfoque se considera al perro altamente inteligente, a la vez que se considera que no tenemos un perro, sino que convivimos con él. Por lo que es fundamental el concepto de socialización. Todos los ejercicios que incorpora esta corriente educativa incluyen establecer una buena relación, basada en procesos colaborativos y en una negociación respetuosa. Buscamos no solo que el perro se adapte a la familia, sino que la familia también se adapte al perro. Así como el desarrollo de sus habilidades y de una comunicación efectiva por ambas partes.

Aún quedan educadores que siguen enseñando a golpes y gritos, con collares de ahorque y de descarga eléctrica, y algunos lo hacen en los medios de comunicación de masas luciendo sus logros sin pudor.

Pero ellos no se lo merecen, nuestros perros no se merecen este tipo de maltrato, y tampoco lo necesitan para aprender. Ellos son muy inteligentes y sensibles, y harán lo que les pidamos simplemente por amor. Solo necesitan que se lo digamos en un lenguaje que ellos puedan entender. Se merecen que hagamos el esfuerzo de ser un poco menos simios y que nos acerquemos a su amorosa mirada de perro para que podamos entendernos.


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