Intolerancia a la lactosa: problemas y soluciones
En este post te hablamos de la intolerancia a la lactosa y los medios para conseguir el aporte diario de vitamica D y calcio.
Nuestros mayores han sido unos de los grupos poblacionales más afectados en la pandemia. Y no solo porque el riesgo de desarrollar una sintomatología más grave era mayor en ellos, sino por la soledad que han sentido muchos al estar solos en casa o en residencias.
Su sistema inmunológico es más mayor, por lo que ya no lucha de la misma forma que antes y necesita su organismo necesita un aporte extra de nutrientes que pueden ayudar a que éste se encuentre más fuerte. Por eso hoy os hablamos de las vitaminas, poderosos micronutrientes que participan en todos los procesos del organismo y que actualmente tienen un papel muy relevante en esta pandemia.
Existen una treintena de ensayos con vitamina C (se está estudiando sola o en combinación con otros tratamientos) en los que se está intentando analizar si las dosis altas de esta vitamina pueden beneficiar a poblaciones como los ancianos. Concretamente, un grupo de investigadores del Georgia Center for Healthy Aging están evaluando los transportadores de la vitamina C, y han llegado a la conclusión de que existen factores como la edad, la raza, el sexo, así como los niveles de expresión y las variaciones genéticas, que los hacen menos eficientes.
En este sentido, los investigadores dicen que pueden ser los factores claves de la efectividad del uso de la vitamina C contra la COVID-19. Con lo cual, están intentando comprobar si la vitamina C puede ingresar o no a la célula, lo que probablemente determinará la efectividad de este tipo de terapias experimentales.
La vitamina C tiene un papel homeostático importante como antioxidante. Además, se sabe que tiene mecanismos determinantes en los sistemas inmunes naturales y adaptantes. Y, además, ayuda a la disminución de la inflamación. Si nos centramos en la enfermedad del coronavirus, los autores de una investigación hablan de la vitamina C como reguladora de la tormenta de citoquinas y protege el endotelio contra el daño del oxidante, además tiene un papel esencial en la reparación del tejido, y perfecciona inmunorespuestas contra infecciones.
Aunque desde organismos oficiales, como el Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, recuerdan que la vitamina C es un buen complemento para el refuerzo del sistema inmune, pero no para prevenir enfermedades respiratorias.
La vitamina D tiene un efecto inmunomodulador. A nivel clínico, se han llevado a cabo trabajos basados en revisiones y metanálisis en los que se ha llegado a la conclusión de que la suplementación con vitamina D en la prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas en general y respiratorias en particular (gripe, infecciones neumocócicas, etcétera), podría tener un papel significativo.
En la Guía para una Alimentación y Nutrición Saludables en Personas Mayores, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) señala que es importante el consumo porque “las personas mayores, especialmente las institucionalizadas, tienen un mayor riesgo de déficit de vitamina D, pues disminuye su síntesis debido a la menor exposición a la luz solar”. Y destacan algunos alimentos que contienen vitamina D como el hígado de pescado y sus aceites, los pescados grasos (arenque, salmón y atún), la yema de huevo, el hígado de vaca y la leche entera. “Estos alimentos, junto a una adecuada exposición a la luz solar, en ausencia de enfermedad, han de ser suficientes para cubrir los requerimientos diarios”, afirman.
En esta misma línea, un ensayo apoyado por la Unión Europea ha investigado los efectos de la vitamina D, los ácidos grasos omega-3 y el ejercicio físico en casa sobre la salud de las personas mayores.
Se trata del proyecto DO-HEALTH, que ha estudiado el impacto de la vitamina D, los ácidos grasos omega-3 y un programa de entrenamiento de fuerza en adultos relativamente sanos de 70 años o más. El estudio ha sido publicado en la revista ‘Journal of the American Medical Association’. Este estudio contó con 2.157 participantes de cinco países europeos: Alemania, Austria, Francia, Portugal y Suiza.
Los resultados fueron prometedores. Los ácidos grasos omega-3 redujeron el riesgo de infección un 10% en el tracto respiratorio superior y un 62% en el tracto urinario. Además, la vitamina D disminuyó el riesgo de infección un 16 % en la franja de 70 a 74 años, a la vez que redujo en 2,5 mm Hg la tensión arterial sistólica en los hombres.
“Nuestros hallazgos sugieren que el suplemento de vitamina D y ácidos grasos omega-3 en adultos de 70 años o más que han llevado un estilo de vida activo y no tienen afecciones previas no ofrece ningún beneficio en lo relativo a la salud ósea, la memoria y la función muscular. Sin embargo, creemos que existe un efecto en las infecciones, como la COVID-19”, afirmó la profesora Bischoff-Ferrari en ‘News Medical’.